Sobre el cuico

· Salvete, omnes!

El gobierno de los ricos en la República de Platón

A propósito de la situación política de Chile, comparto un par de fragmentos que tengo a mano en los que Platón nos da su opinión sobre las clases altas. Esta lista se irá ampliando cuando pueda dedicarle un tiempo. Se utiliza la versión castellana de la editorial Gredos.

# 551a

- Por ende, cuanto más se veneran en un Estado las riquezas y los hombres ricos, en menos se tiene la excelencia y los hombres buenos.
- Es claro.
- Ahora bien, se cultiva lo que siempre se venera, se descuida lo que se tiene en menos.
- Así es.
- Por consiguiente, de hombres que ansiaban imponerse y recibir honores, terminan por convertirse en amigos de la riqueza y del acrecentamiento de ésta; alaban al rico, lo admiran y lo llevan al gobierno, despreciando al pobre.
- De acuerdo.

# 551b

- Entonces implantan por ley los límites del régimen oligárquico, fijando una cantidad de dinero, mayor donde la oligarquía se impone más, menor donde se impone menos, prohibiendo participar del gobierno a aquellos cuya fortuna no llegue a la tasación estipulada. Y esto lo hacen cumplir mediante la fuerza armada, o bien, antes de llegar a eso, instituyen tal constitución mediante el temor. ¿No es así?
- Así, seguramente.

# 551d

- Necesariamente, semejante Estado será doble, no único: el Estado de los pobres y el de los ricos, que conviven en el mismo lugar y conspiran siempre unos contra otros.
- ¡Por Zeus que este defecto no es menor!

# 552a-b

- Mira ahora si el siguiente no es el más grande de todos los males, y si este régimen no es el primero en admitirlo en sí mismo.
- ¿Cuál?
- El de permitir a uno vender todo lo suyo y a otro adquirirlo, y al que ha vendido vivir en el Estado sin pertenecer a ningún sector del Estado, no siendo negociante ni artesano, caballero ni hoplita, a simple título de pobre e indigente.
- Ciertamente, es el primer régimen al que le sucede esto.
- Pero es que en los Estados oligárquicos nada impide algo de esa índole; de otro modo no serían unos excesivamente ricos y otros absolutamente pobres.

# 552e

- Pues bien, ¿no ves que en los Estados oligárquicos hay mendigos?
- Casi todos, a excepción de los que gobiernan.
- ¿No pensaremos, entonces, que también hay en tales Estados muchos malhechores que cuentan con aguijón, y a quienes los magistrados se preocupan de contener por la fuerza?
- ¡Claro que lo pensaremos!
- ¿Y no diremos que es por falta de educación, por mala crianza y por la constitución del régimen político por lo que allí surgen tales hombres?
- Lo diremos.

# 555c-e

- Dado que los gobernantes del Estado Oligárquico son gobernantes por poseer cuantiosos bienes, no estarán dispuestos a poner freno mediante ley a los jóvenes que se vuelvan licenciosos y prohibirles que gasten su patrimonio y se arruinen, sino que les comprarán sus propiedades y les prestarán a interés para llegar así a ser más ricos y tenidos en más.

[...]

- Y estos andan en el país sin hacer nada, provistos de aguijón y bien armados, unos cargados de deudas, otros privados de derechos políticos, otros de las dos cosas; y odian y conspiran contra los que poseen patrimonio propio y contra los demás, anhelando una revolución.
- Así es.
- Por su parte los negociantes caminan agachados, haciendo como que no los ven, hieren con el aguijón de su dinero a cualquiera de los demás que se les ofrece, y recogen, multiplicados, los intereses que ha creado el capital, y así hacen que abunde en el Estado tanto el zángano como el mendigo.

# 556d

- Estando así dispuestos, entonces, cuando se encuentran entre sí los gobernantes y los gobernados durante una travesía, o en algún otro tipo de reunión, en una peregrinación religiosa o en una expedición militar, sea como compañeros de nave o camaradas de guerra, o bien al contemplarse unos a otros en los mismos peligros, de ningún modo son los pobres quienes serán menospreciados por los ricos; al contrario, con frecuencia será un hombre pobre, enjuto y asoleado, al estar apostado en la batalla al lado de un rico, criado a la sombra y cargado de carnes superfluas, quien lo vea sin aliento y lleno de dificultades. ¿No piensas que, si esto sucede, el pobre considerará que tales hombres enriquecen debido a la cobardía de los pobres, y que, cuando se reúna con éstos en privado, se transmitirán unos a otros: "estos hombres son nuestros, pues no son de valía alguna"?

# Conclusión

El cuico siempre ha valido callampa.